Akbal

La creación en los horizontes de las pupilas del mar en silencio
La libertad del alma que late en los crepúsculos
La rueda gira en los laberintos del pensamiento
Morir para el mundo, para vivir en el Espíritu




domingo, 13 de febrero de 2011

INFERNUS

Un vidente, el oráculo de la ciudad de Infernus, alguna vez lo dijo y nadie le creyó. Todos de alguna forma lo percibían en su corazón, sin embargo, esos mortales aun no entienden que el conocimiento más verdadero se encuentra en esa habitación roja, todavía confían en las larvas del cerebro. Cuanta risa, que ahora se ha vuelto llanto y horror, vociferaban al escuchar la visión del futuro.


La ciudad ya agonizaba, pero nadie lo veía, Maya, la llamada ilusión era muy poderosa en sus ojos, en sus miradas de hierro. Dormidos en el cobijo del asfalto, en el olor a sangre de las calles, todavía se atrevían a imaginar que sus vidas eran verdaderas. Salían hipnotizados en sus temores, abrazados de su ambición con los látigos de sus demencias. Seres que en dos piernas temblorosas blasfemaban en los días santos.

Ahora este mundo de fuego serpentino es así, tal y como el anciano lo predijo:

Todo empieza en las noches, justo cuando el cuerpo ya no puede más, enfermos por la enfermedad de enfermedades llamada en otro tiempo estrés y que ahora es nombrada El Devorador, que impide conciliar el sueño. Las gentes sólo dan vuelta en sus camas que más bien simulan féretros de dolor y traumas. Evitan tomar pastillas para descansar, que la ciencia en turno invento, ya que provocan un fuerte vómito por las mañanas. Al levantarse por fin de ese pequeño infierno, abren sus ojos y toman el fango que los hidrata que antes era agua cristalina. Existe una sustancia para que el cuerpo tenga un suplemento del agua de antes, pero es demasiada cara para costearla y solo muy pocos pueden tener ese lujo.

Frente al espejo miran su miseria, y se ponen el traje que nunca pasa de moda y salen a toda velocidad en camino a sus trabajos esclavizantes. Tienen que tomar una decisión crucial entre caminar, tomar los caminos del servicio público o la red del camión-metro subterráneo. Si se camina es un poco más seguro, si es que puede serlo bajo esas condiciones, pero se pierde mucho tiempo que es sacrificado para no estar con lo seres más cercanos. Pero la mayoría muere al fin y al cabo en el camino a pie, muerto por un robo violento.

En los camiones que antes se conocieran como microcamiones, se tiene que traer por necesidad un casco de protección, ya que las velocidades que alcanzan son casi inconcebibles. Las personas se tienen que subir con el vehículo en marcha y se bajan de la misma manera, mientras ellos solo disminuyen la velocidad a 15 Km. /h. El 70% de los que usan esos bólidos mueren en el trayecto por los múltiples accidentes diarios, no hay protección que ayude mucho. A los muertos en esas desgracias los hacen a un lado con maquinaria amablemente implementada por la autoridad para que no hagan un caos vial mayor. Otro tipo de esos demonios con ruedas toma el otro extremo, van muy lentamente, porque los conductores quieren que toda la gente que contenga su camión destartalado quepan bien, hasta que no tenga cabida ahí ni siquiera una oración. En los dos casos anteriores, hay algo en común. Se suben en los semáforos gentes que le rinden culto a un santo llamado Tritán, que según cuentan lo pocos que saben, un día se le apareció a un drogadicto asesino en unos de sus periodos de intoxicación y le digo que mientras le rindiera culto él lo protegería y perdonaría todos sus pecados, que continuara con los robos y los asesinatos. Este santo Tritán es muy venerado y la mayoría de sus feligreses desconocen su historia, solo asisten el día de su celebración porque los demás lo hacen y con su puntual fervor pueden ser temidos, ya que le rinden culto al santo de la violencia. Pobre santo cuanto sufre en el cielo, por ver que en su nombre y con su bendición se cometen las peores atrocidades, una bendición que él jamás promulgo. Nadie les aviso que la religión remite al amor y no al odio. Cuando estas gentes, si se les puede llamar así, se suben al transporte público, asesinan a aquellas personas que no les compran caramelos a precios exorbitantes. Los homicidios llevados a cabo por estos verdugos de la “fe” son diarios, ya que la gente gana muy poco para poder complacer sus precios. Y no los pueden consignar las autoridades porque salen con artificios legales que su maña ganada en años les ha enseñado. A parte de eso solo les basta caminar, ni siquiera corren, ya que nadie se atreve a enfrentarlos porque la muerte es segura. No tiene sentido la denuncia, porque aquel que la hace pierde una semana entera en trámites durmiendo en las delegaciones y lo más probable es que termine él como culpable por dejarse asaltar, por el delito de complicidad.

La otra opción es el transporte llamado tren-camión subterráneo, pero el peligro aunque en cierta medida es menor, no deja de estar presente. Las filas de entrada son de kilómetros enteros, y la gente sobre todo los adultos mayores mujeres, cargan maderos para golpear a los que a su paso se interponen. Ya en el interior, en los andenes, la gente se empuja, sí aunque parezca algo solo concebido por una mente enloquecida así es, muchos caen a las vías y mueren electrificados o arrollados porque el tren-camión llega a la estación. A esos entes anónimos sin vida los juntan en una orilla para que no impidan el tránsito de los trenes. Al final, en el último de los vagones se suelen dar escenarios dantescos, orgías descomunales de la nueva tendencia en cuanto a libertad invitando a la fuerza a los incautos que allí caen. Los primeros vagones son para las damas, que viajan unas sobre otras, aplastadas totalmente entre sí. El descender en la estación que corresponde es imposible, mínimo se invierten tres estaciones en acercarse por medio de empujones y jaloneos a la puerta, para que después cuando se abran violentamente, sean escupidos al exterior como si fuera una resaca atroz del tren mismo. En el trayecto todo es un mercado sobre ruedas, sobre todo de discos piratas, de alguna manera el hombre siempre se siente atraído por la música y sobre todo la que derriba el ánimo, así que muchos han hecho en los trenes su negocio e implementan aparatos de reproducción a un volumen de decibeles inaudito e inaudible, por lo que es necesario llevar protectores para los oídos que aminoren el impacto hacia el sentido auditivo. Mucho usuarios del tren-camión subterráneo han perdido la audición por esta causa, y diariamente el 40% la pierde por lo mismo de forma gradual. No se preocupen por lo números, lo que sobra es población. Si surge el milagro de que sean de los pocos que llegan con bien a su empleo, solo habrán logrado la mitad del cometido, ya que recordemos que aun falta regresar al “feliz” hogar.

Los empleos son de 16 horas de trabajo y si se quiere horario de comida se requiere entonces de media hora más, es decir, 16 horas y media. Las personas salen a toda velocidad a comer algo previamente preparado en casa y no lo mastican para no perder tiempo, lo que les queda es tragarlo casi completo de un bocado, porque ya casi hay que regresar al trabajo. Es posible ir al baño sólo si se mete un oficio con un mes de anticipación, con la posibilidad de que el requerimiento sea negado. Los medios tiempos de empleo son de 12 horas continúas sin tiempo de atragantarse y con un salario reducido al 30% de lo que normalmente se gana que ya de por si es poco. Ciertamente la ley en turno prohíbe todo esto, sin embargo, nadie la recuerda o se dice que son las condiciones globales las que impiden que se lleve a cabo. No hay tiempo para protestar y si se hace se les despide de inmediato sin ninguna indemnización, o si acaso se quieren reclamar los derechos se tiene que pagar más de lo que se gana en un año a un abogado particular, es decir, incosteable. Si se confía en las autoridades para que velen por lo que les corresponde, se tienen que esperar 20 años para que puedan decidir si fue injusto o no el despido.

El servicio de salud es solo para lo que trabajan en estás jornadas, pero si se cae enfermo es a veces mejor la muerte. En las salas de espera de los hospitales de seguridad social, en la sección de emergencias, el tiempo estimado en ser atendido es alrededor de dos días cuatro horas en promedio, solo se atiende de inmediato a los que tienen desprendimiento de cabeza, porque es lo que se considera una verdadera emergencia. Tal vez se piense que es por falta de personal, pero en no es así. Los recepcionistas, doctores y enfermeras, juegan póker y gallinita ciega en los pasillos, fuman en todo el hospital libre de humo de cigarro, comen a todas horas y si ven que alguien llega para ser atendido, solo se les dice que están ocupados o que es su hora de comida la cual comprende 5 horas de su jornada laboral, eso sin mencionar que solo se expresan con insultos y humillaciones hacia los enfermos. Para darse de alta en unos de estos seguros médicos o hacer algún trámite, se tiene que ir con alrededor de 40 personas que ponen un sello, y requieren documentos que no existen en este mundo ni en las galaxias vecinas, solo para argumentar que por esa razón no hacen el trámite, todo aunado a sus especiales condiciones de trabajo descritas anteriormente. Es por ello que mucha gente cuando enferma prefiere suicidarse en su casa, antes que dejar de respirar en medio de toda esta inmundicia.

Hay un seguro llamado “Infernus Sano”, que supuestamente atiende a todos por igual, pero los tratos son equivalentes y aparte se tienen que cumplir con requisitos como: no estar enfermo, no haber padecido enfermedad grave, no tener antecedentes de enfermedades graves, no fumar, no tomar cosas tóxicas y por último firmar bajo protesta de decir verdad que nunca en su vida se enfermará de algo que no se una gripa. Muy pocos cumplen con estos requisitos. Se dice que un monje y el hombre más sano de todo el mundo fueron y no los aceptaron.

En cuanto a la educación se dice que se han hecho avances en el fomento a la lectura, esto se logró mediante narrar cuentos tan importantes como “el muñeco asesino” que en realidad es una película y narraciones pornográficas, de violencia, de destrucción, etc. Infernus, aunque no se crea, a pesar de todo ahora es un país de lectores. Los promotores fueron obligados no a promocionar lectura de calidad, sino a que fueran divertidos, solo eso, divertidos, y que fueran aplaudidos por el auditorio de lo contrario serían despedidos por incapaces. Se les pagaba a estos lectores en voz alta cada 4 o 5 meses, según el estado de ánimo del encargado de los pagos. Las obras de la literatura universal, obras magnas de antaño, habían muerto. Ahora los promotores son solicitados en salones de fiestas infantiles, y hacen presentaciones junto a los payasos. Los niños desde la primaria se dedican al narcomenudeo y al robo, y recuerdan con nostalgia las historias de criminales en serie y genocidas.

La Familia es solo un término obsoleto, ahora se utiliza el término “Yo” para que el individuo solo sea competitivo, contra todos y sobre todos. Ya no hace falta una familia, al contrario, estorba.

Y sobre Política mejor ya no hablaré si es que quiero terminar de escribir sin vomitar sobre las páginas que escribo.

Ahora escucho que suena el despertador y debo ir al trabajo, no sé si regrese, crean lo que quieran, pero cuanta razón tenía el oráculo aquel y ahora estamos perdidos, o será que desde antes lo estuvimos y no nos queríamos dar cuenta. No sé si pude hacer algo, pero ahora ya es tarde…

Bienvenidos al fin de lo humano.

Léase como ficción. ¿O no?

Akbal.

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