Akbal

La creación en los horizontes de las pupilas del mar en silencio
La libertad del alma que late en los crepúsculos
La rueda gira en los laberintos del pensamiento
Morir para el mundo, para vivir en el Espíritu




martes, 24 de agosto de 2010

Fé de Erratas

 Antes que nada me voy a permitir hacer una aclaración. En nombre de la verdad, debo aclarar que yo su servidor, no soy el producto de un par de semanas de instrucción en fomento a la lectura y que aparecí de la nada para compartir la lectura y la pasión que mi pecho siente desde hace tanto tiempo por las letras. La generación espontánea es una falsificación de la verdad. Soy lo que se llama un bibliofilo, es decir, un amante de los libros.

 La primera vez que pude ver que alguien leía, se me hacía lo más mágico que pudiera existir, no me explicaba como unos signos extraños podían contener tantas imágenes, tantas vivencias, como podían decir tanto, significar tanto.

 Cuando comencé a escribir lo primero que anhelaba hacer era describir algo que sintiera muy profundamente. Así que después de realizar la monumental cantidad de 15 cartas, que invitaban a la gente a no tirar basura, me sentí como purificado. Salí a la calle en una noche fría con luces anaranjadas abrazando mis 7 años, a repartir mis misivas a las personas que infortunadas pasaban por mi camino. Terminada mi laboriosa tarea, sabía que me había graduado en el universo de los escritores, aunque no haya un documento que hoy en día lo avale.

 Puedo mencionar, más certeramente quizá, que soy magia de barcos, tierra de mundos inexplorados, mares con navíos fantasmales, llanos en llamas, ciudades de fuego, templos de poderosos reyes, testigo de afinidades eternas, soy incluso un Macondo donde las cosas son tan recientes que se señalan con el dedo, soy un infinito lugar, un sitio donde caben todos los mundos.

 Me concibo como un afortunado por tener muchos amigos. A algunos de ellos tengo la confianza de llamar “mis amados muertos”, que no respiran ya sobre la tierra, pero sin duda en otros mundos y en otras realidades lo hacen. Con ellos sueño, despierto, voy de viaje, recorro los tiempos, lloro, canto, sonrío y muchas otras veces difiero con ellos y eso no altera nuestra amistad. Siento que palpo sus almas en mis manos mientras leo, y converso con Baudelaire, con Nietzsche, Artaud, Juan Rulfo, Jaime Sabines, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Edgar Allan Poe, Heráclito, Franz Kafka, Julio Verne, Hemingway, entre una lista tan grande como nuestros pecados.

 Aventurero soy, pero sobre todo un enamorado de esos signos que de alguna forma hacen que los labios emitan palabras que evoquen a su vez universos tan bellos, tan recónditos, tan inconmensurables.

 He vivido definitivamente desde hace 12 años de esta existencia, en el mundo de la literatura donde aparte de leer, tengo la osadía de tomar la pluma y llenar los valles insondables de la piel de una hoja en blanco y me percato que esa transgresión es una expresión del espíritu, del alma, de nuestro aliento más profundo.

 Cuando los libros están ausentes en nuestras vidas, es como estar exiliado de todos los laberintos y milagros del pensamiento.

 Cuando se lee con amor y no con utilidad, no es para saber más, sino para desconocer menos como lo dice mi amigo Platón.

La lectura debe de unir a la humanidad como hermanos, y no servir para destrozarnos unos a otros.

El conocimiento es emancipación, representa una libertad que compartida haría de este cuarto planeta un nirvana y no un valle de lágrimas.

 Actuamos de acuerdo al lenguaje, es decir, de acuerdo a lo que pensamos, y pensamos por medio de palabras, si nuestro lenguaje es más basto nuestras oportunidades de acción son mayores y podemos escoger la mejor. El lugar del ser es el lenguaje dice Heidegeer.

 La opresión que todos vivimos proviene de la “cultura del iletrsimo”, de la ignorancia, transgrediendo las cadenas de los estereotipos y de las imposiciones ideológicas podemos ver la completud de nuestro mundo.

 ¿Para qué sirve leer?, se pueden preguntar la mayoría de las personas, a lo que podemos enunciar beneficios cognitivos de pláticas aburridas, procesos epistémicos complejos, pero lo más importante que la lectura provoca, es que alguien se conozca a sí mismo y aquel que lo logre será en verdad libre y sabio.

 La lectura no se comprende, se siente en los huesos, en la sangre, cuando un libro nos cimbra el alma jamás lo olvidaremos, porque la lectura es un acto sublime, pero antes que todo es un acto amoroso.

 La lectura hace que lo tuyo y lo mío desaparezca, para comprendernos en una misma unidad plural donde todos tengamos el mismo valor.
 La lectura nos hace ver que todos somos el niño de la calle, la señora que vende fruta en el mercado, el abogado en tribunales, el escritor enmarañado en sus sueños, el amante que busca el mejor poema para obsequiar, el fantasma que juega con los niños en la noche, en resumen que somos todos.

La lectura no es para hacernos cultos, es para hacernos libres.

Christian Estevez- Akbal Namaste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario